Vientos recios mecen las muletas en la tarde soleada de marzo.
Un enjuto zamorano a la palestra, un bravo charro al amparo. Oficio, firmeza, mando en las muñecas doblegando torbellinos de fiereza. Las patasblancas se tornan en perfectos instrumentos musicales en las telas del torero, profiriendo la más dulce armonía de acordes de bravura jamás compuesta.
Destilando la animalidad, moldeando embestidas en blanco y negro, soplando lances de suaves sedas en la recia piel del coso.
Tarde para saborear #DesdeLaAficiónAlToroBravo los regalos que nos brinda el campo charro.
Texto: Adrián Pérez Pérez
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