Cuando todo está perdido, cuando nadie parece acordarse de las bondades de ayer, cuando no sabemos ni dónde nos encontramos, suele aparecer un pequeño resquicio que nos guía. Ese resquicio de lucidez, de intuición es el que sin llegar a creerlo, nos llevará de nuevo al éxito y podrá descubrirnos que no todo estaba tan perdido como parecía.
Esta misma metáfora se materializa hoy en una de las más señeras casas de nuestro amado campo charro. Hablamos de La Moral de Castro, situada en Garcirrey, corazón del campo charro. Nombre que evoca la edad de oro del toro bravo de Salamanca. Nomenclatura que invita a remontarnos muchas décadas atrás; cuando los primigenios Parladés pusieron la primera pezuña en los campos de la charrería, tras interminables jornadas de camino desde tierras andalusíes.
En esta preciosa tarde de primavera salmantina nos recibe Rafael, último Lamamié de Clairac que cría toros en La Moral. En el vehículo del saber, la afición y la admiración nos ayuda a entender el peso del ostracismo y sus anhelos de ganadero. Negras, castañas, coloradas y chorreadas acompañantes de fino y brillante pelo, noble mirada y serios ademanes nos amenizan en nuestra pequeña memoria de la historia del toreo. Vacas y becerros portadores de un torrente genético único e irrepetible entroncado en los mismos albores de la Tauromaquia.
Conforme el crepúsculo avanza, nos envuelve un halo de misterio, sabor y majestuosidad propios de otra época, cuando los tratos se cerraban con un apretón de manos, donde el destoreo, las fundas, el afeitado y los figurines no estaban de moda.
Termina nuestra dosis periódica de campo con el corazón alegre, las ilusiones renovadas, y el ánimo henchido por saber que aún quedan ganaderos románticos. De los que cambian el bullicio de las grandes urbes por el sosiego del campo, amantes del arrullo del arroyo de Arganza, el repique de los cencerros y el reburdeo de los toros en las noches de luna llena.
Hoy resulta todo más fácil, jornadas así nos invitan a seguir transmitiendo #DesdeLaAficiónAlToroBravo la verdad del toro en el campo.
Siempre agradecidos a todas y cada una de las personas que nos han ayudado en nuestros primeros pasos.
Texto: Adrián Pérez Pérez
6 Comments
Precioso romanticismo campero, preciosas fotos, precisos y ajustados comentarios plenos de verdad. Ojalá que estas sensaciones sobre la Naturaleza y nuestra riquísima Tauromaquia pudiera llegar a muchos y arraigar en sus sensibilidades.
Gracias al ganadero por hacerlo realidad y a quien lo describe con acierto.
Muchísimas gracias Arsenio, esa es nuestra intención, transmitir con la mayor fidelidad posible a lo vivido todas esas sensaciones y ese romanticismo, un saludo
Pura poesía
La realidad de nuestro campo merece ser contada con una prosa cuidada, un saludo Pablo.
Si Salamanca es a sus toreros, LA GLORIETA es a sus toros.
La sangre del primer toro que se derramó en el albero de esta majestuosa plaza fue de un bravo de Eloy Clairac al que dio muerte D Luís Mazzantini.
Así es Álex! Gran apunte amigo, un fuerte abrazo